Hoy contamos con una nueva colaboración de Antonio de la Torre,
que hace doblete esta semana, y en la que nos da su opinión sobre la posible
vuelta a la política de José María Aznar…
En mi anterior artículo, que titulé “DOBLETE DE AZNAR…”, comentaba las dos últimas apariciones en
público de José Mª Aznar y dejaba abierto el pronóstico sobre su comentada
vuelta a la política activa que, en mi opinión, no se va a producir -al menos
por ahora- por las siguientes razones:
1.- Porque, como reza nuestro sabio
refranero: “Nunca segundas partes fueron buenas”, tampoco en política, y prueba
de ello, como ejemplo, fue la vuelta de Rubalcaba en el PSOE, como nueva
‘promesa’, quien, primero como portavoz, después como vicepresidente y por
último como efímero Secretario General y candidato a las elecciones generales
de 2011, contribuyó muy directamente a la debacle actual del PSOE, en un primer
batacazo que lo llevó a caer de 169 a 110 diputados con una pérdida de votos de
casi 4’5 millones.
2.- Porque creo que no hizo lo que, desde
mi punto de vista, la estabilidad de España, y la lógica, hubieran requerido en
Marzo de 2004 de un político de fuste. En mi opinión -y la de muchos más-, tras
el horrible atentado de los trenes de cercanías, Aznar debió haber suspendido
las elecciones generales previstas para tres días después, demostrando, al no
hacerlo, o el enorme complejo característico de la derecha española de los
últimos cuarenta años y su miedo al qué dirán o muy poco conocimiento de la
idiosincrasia del pueblo español, más visceral que cerebral, y no prever la
manipulación que el PSOE y sus medios adictos iban a hacer del atentado, conociendo los
antecedentes (Azores, Prestige, etc…).
3.- Porque creo que Aznar ha perdido
varias oportunidades de volver al primer plano de la política, que abandonó -en
un gesto de máxima generosidad, hay que reconocerlo- voluntariamente, pero
dejando la puerta abierta a un retorno si la situación de España lo requería.
La primera en 2008, cuando, habiendo emprendido España ya la
senda del desastre de la era Rodríguez, que mintió -como demostraron él y sus
ministros durante la campaña electoral- y no quiso -o no supo- reaccionar a tiempo a la crisis
que había comenzado el año anterior, pese a lo cual volvió a ganar las
elecciones, demostrando la poca capacidad de Rajoy de convencer al electorado
de la incapacidad de ZP, conocida ya por todo el mundo.
La segunda, durante la primera legislatura de su pupilo, ante
la deriva socialdemócrata del Partido Popular -que más ha parecido que ha actuado
contra sus propios votantes- y los repetidos descensos en cuantas convocatorias
electorales se celebraron con posterioridad a ese 20 N de 2011, desperdiciando
la amplísima mayoría absoluta obtenida ese año en todos los ámbitos de la
Administración del Estado Español, Autonomías, Diputaciones y Ayuntamientos.
Descensos que se materializaron en las elecciones andaluzas de 2012, las europeas
de 2014 y las municipales y autonómicas de 2015, de manera creciente, por sólo
citar las más numerosas -no hablo de Cataluña, donde, desde los Pactos del
Majestic, el Partido Popular cae en picado año tras año hasta la línea plana
que ahora presenta, ni de Vascongadas, donde la presencia del Partido Popular
es casi simbólica-.
La tercera -y sólo cito tres, para no ser pesado ni
redundante-, a raíz del descontento existente entre el electorado del Partido
Popular, demostrado en los resultados del pasado 20 de Diciembre de 2015,
cuando se produjo una espectacular caída de 186 a 123 diputados, como
consecuencia de la pérdida de más de 3’5 millones de votos en cuatros años,
sólo mejorado en parte en Junio de 2016, al pasar a 137 diputados con un incremento
del voto cercano a los 700.000 electores, en mi opinión, debido
fundamentalmente a la apelación al ‘voto del miedo’ ante la pobre y preocupante
perspectiva que los llamados partidos emergentes ofrecían y, en particular,
ante el temor de una posible alianza entre el PSOE, Podemos y los partidos
nacionalistas radicales, que hubiera sido nefasta para España.
4.- Además y no menor en importancia, porque José Mª Aznar no
necesita ya esa componente, difícil de valorar en qué proporción influye en los
políticos -variable según del que se trate, pero importante siempre-, de la
aparición en público y en loor de multitud -que no ‘olor de multitud’, como
mucho ‘analfabeto’ dice, y que es especialmente apreciable en manifestaciones
de la izquierda y, a veces, en transportes públicos a hora punta-.
Esta faceta la tiene sobradamente cubierta el Presidente de
FAES, precisamente a través de esa Fundación y del Instituto Atlántico que
también preside, ambas con demostrada capacidad de convocatoria, aparte de por
sus colaboraciones en Foros y Universidades internacionales gracias a su buena
labor, en general, durante su etapa de Presidente del Gobierno de España, en la
que -con muchas más lumbres que sombras, como él mismo apuntaba en su última
conferencia, (no en referencia propia)- se ganó un merecido respeto al saberse
rodear de las mejores compañías. Algo que no hizo su sucesor en el Gobierno -me
refiero a José Luis Rodríguez, obviamente- que ha quedado para asesorar al
‘autobusero’ venezolano y a sus socios podemitas en España, allí o en la casa
del ‘héroe’ manchego, ahora presunto ‘cambiador’ de originales, del que cada
vez se van sabiendo más cosas -menos el origen de su patrimonio inmobiliario y
caballar- o como parte del programa de autobombo de algún periodista venido a
menos.
5.- Por último y por las mismas razones expuestas más arriba,
aparte de por su calidad de funcionario de la Administración española de la que
es Inspector de Finanzas del Estado, porque, a diferencia de otros de los que
han pasado por la política y la mayoría de los que están en ella -al menos en
España-, tenía y tiene su vida resuelta al margen de dicha actividad política.
Cosa digna de destacar y de la que se debería tomar buena nota como exigencia
indispensable para el acceso a cualquier puesto político, ya sea electo o de
libre designación.
Dicho lo anterior, y en todo caso, vería a José Mª Aznar como
aglutinador de los muchos Foros de pensamiento liberal conservador, Fundaciones
y Asociaciones que existen en España haciendo su diagnóstico de forma
desperdigada, aislada y, por tanto, poco efectiva -la unión hace la fuerza, nos
inculcaban desde la denostada asignatura de Formación del Espíritu Nacional (una
de las “marías”, la Formación Política)-
para plantear al Partido Popular un Programa de Gobierno que responda a los
principios y valores que, sin duda tuvo -aparcados ahora, aparentemente-, para
volver a esa cifra del entorno de los once millones de votantes que, a buen
seguro, podría crecer, de recuperarse esa línea de pensamiento y actuación.
Añado para terminar que, si fuera el caso, y una vez
conseguida esa unidad de actuación de los mencionados Foros y sólo en el caso
de que el actual Partido Popular no fuese receptivo a esa propuesta conjunta,
sería el primero en apoyar -en la medida de mis posibilidades- la creación de
un nuevo partido político que atendiera las expectativas de su militancia y
electorado, como hice desde 2013, en lo que después fue VOX, hoy prácticamente
desaparecido, como algunos pronosticamos cuando se produjo ese ‘asalto al
poder’ sin más fundamento que una ambición desmedida, sólo comparable al poco
fuste de los asaltantes en casi todos los órdenes -con escasas excepciones a
las que les traicionó su bonhomía frente a la razón, que poco a poco les va
haciendo abandonar ese barco a la deriva-, pero eso es otra historia sobre la
que no sé si habrá que volver algún día. De momento no merece la pena.
Que se presente este hombre a las elecciones y que haya gente que lo vote es demostrar... otra vez, porque estamos en estas condiciones
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